lunes, 7 de junio de 2010

Camino a Madeira

No es fácil hacerse cargo del bote, sobre todo con tripulantes como estos. Observen y verán que hasta el capitán no encontró nada mejor que tomar sol, mientras nadie estaba de guardia. Con esta imagen me encontré al momento de despertar y con rumbo a Madeira.
Lo peor es que no es broma. Simplemente decidieron tomarse una siesta antes de almuerzo. Bueno, luego de este lapsus les puedo contar que Madeira es una Isla Portuguesa. Se encuentra a 860 km desde Lisboa o Cascais y tiene una población de 260.000 habitantes. La capital es Funchal y es nuestro destino. El viento durante el viaje fue tranquilo. No superamos los 20 nudos y la ola fue inferior a 2,5 metros. Lo que mas llama la atención es el color del agua del Atlántico. Lamentablemente solo les puedo dejar una foto para que traten de entender a que me refiero.
Bueno, como ya deben asumir, el mareo ya es parte de nuestras vidas, así que mandamos a la persona mas mareada a la proa para que tenga aire y puede reponerse para completar las labores correspondientes en esta travesía. Aquí pueden ver a mi madre como pone caras para que no se le note el mareo.
Después de dos días de viaje, vimos tierra. Pero la peor parte es que la vimos como a 10 millas de distancia y después de 2 horas seguía a la misma distancia. En otras palabras, cuando no hay nada al rededor no se nota la velocidad del Ondin, salvo cuando nos pasan uno que otro barco petrolero o carguero, pero cuando vemos tierra y esta no se acerca después de 5 horas, y sigue a la misma distancia visual, uno se da cuenta de porque existen los aviones.
Bueno, a pesar de la velocidad, logramos llegar a destino sin dificultad. Anclamos a las orillas de la ciudad, listos para recorrerla mañana temprano.

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